Desarrollo
y medio ambiente
Por José Morales Brum (integrante de la Comisión
Tacuarembó por la Vida y el Agua).
Este viernes 5 de junio, se conmemora el Día Mundial del
Medio Ambiente. Día que ha sido establecido por la Naciones Unidas como vínculo
por el cual se sensibiliza a las comunidades en torno a la conciencia ambiental
y al empoderamiento de las mismas en las demandas acción política al respecto.
Esto viene a colación en un momento en que desarrollo y medio ambiente en
Uruguay, ahora mismo no van de la mano.
El desarrollo de un país lo podemos definir como la capacidad
de crear riqueza a fin de promover y mantener la prosperidad o bienestar
económico y social de los ciudadanos que habitan un país o región; pero esta
definición no se ajusta a nuestra realidad ya que la brecha socioeconómica, la desigualdad
social sigue manteniendo considerable distancia entre unos pocos que tienen
mucho y muchos que tienen poco.
El alto costo que se está pagando por lo que supone que
es el despegue económico y el desarrollo de nuestro país, lo estamos asumiendo
entre todas y todos. El Uruguay Productivo, ha quedado pospuesto ya que la
mejora y amplitud del sector agroindustrial no ha redundado en los efectos de
crear mayores posibilidades de empleo. El aumento de las exportaciones y la extensión
a los mercados internacionales no han supuesto un desarrollo sustancial que se
vea reflejado en la creación sostenida de nuevos puestos de trabajo, todo lo
contrario, la salida de inversores extranjeros ha supuesto un incremento en la
tasa de desempleo. Desde algunos gabinetes ministeriales nos indicaban que “Uruguay dispone de condiciones ambientales,
climáticas, tecnológicas y culturales que hacen posible un uso sostenible de
los recursos naturales y una mejor calidad de vida para todos los ciudadanos”,
pero el tiempo está demostrando todo lo contrario.
El deterioro creciente de lo que son los recursos
naturales, la destrucción del monte nativo, de los ecosistemas, la calidad del
agua y de la tierra, la pérdida de soberanía, la extranjerización de nuestro
territorio, y la precariedad laboral como resultado de la salida de los
capitales golondrinas de nuestro país, dejando a miles de obreros y sus
familias en situación de vulnerabilidad y/o o pobreza, son una pequeña muestra
de ello.
En estas últimas décadas, las políticas económicas
desarrolladas por los sucesivos gobiernos, han propiciado la llegada de
empresas extranjeras, en desmedro de los emprendimientos y trabajos
genuinamente uruguayos. Las diversas autoridades gubernamentales han apostado a
atraer a inversores extranjeros en detrimento de la Industria Nacional.
A esto se suma que determinados emprendimientos, desarrollados
en estas últimas décadas, han potenciado el monocultivo de la soja transgénica
o la forestación masiva de pinos y eucaliptus. Esto ha traído consecuencias.
El llamado “boom” del desarrollo forestal y agropecuario,
también denominado con la rimbombante frase del cambio de la matriz productiva, está dejando una estela
considerable de cursos de agua superficiales muy contaminados, siendo en
algunos casos definidos como alarmantes. Ejemplos hay muchos, entre ellos
podemos mencionar los cursos de agua del Río Uruguay, Río Negro, Río Santa
Lucía, el arroyo Canelón Chico, las lagunas del Sauce y del Cisne, que
abastecen de agua potable a la zona de Atlántida, la Floresta y otras zonas del
sur del país en donde el agua que se potabiliza para el consumo humano se ve
fuertemente amenazada.
En Uruguay nos hemos jactado durante muchos años de
poseer ríos, arroyos, lagunas, humedales y una importante franja costera al mar
espléndida que aseguraba no solo la buena calidad de los recursos hídricos, sino
que además resguardaba los ecosistemas naturales de nuestro país.
Por otro lado y a modo de referencia de la excepcional
calidad de nuestra agua, nuestro país dispone de vertientes naturales en donde
el agua surgente es de una calidad y riqueza de textura excepcional, siendo
considerada y premiada por chefs y sommeliers internacionales, en donde han
destacado por ser “suaves, limpias y pura mineralidad”. La Fuente del Puma, en
la Reserva Natural Salus y la Fuente Surgente Agua Salto, son muestra de ello.
¿Agua
potable, agua saludable?
Los ejemplo antes mencionados, se ven ahora anulados con
los resultados de los indicadores de la calidad del agua que distribuye la
empresa estatal OSE.
La misma Ministra
de Medio Ambiente, Eneida de León,
reconoció hace algunos meses que “la
Laguna del Sauce presenta una elevada contaminación”.
El Fiscal Dr.
Enrique Viana, en una reciente intervención pública señalaba que “lo que pasa con la contaminación de las
fuentes de agua potable son una cadena de omisiones, en donde el Estado se
asocia con privados que contaminan y no ejerce controles ni impone límites”,
añadiendo que “Uruguay está yendo por un
camino opuesto al de las restricciones, las limitaciones, al derecho ambiental
como un derecho de interés general por encima de intereses particulares”.
Más recientemente, un estudiante de periodismo, ha hecho
público un artículo publicado en la página web http://sdr.liccom.edu.uy/,
titulado “Informes de OSE de finales de
2013 revelan presencia de cianobacterias en el agua potable de Montevideo”.
En este artículo queda en evidencia dos cosas, primero que las autoridades del
ente estatal ocultaron información relevante sobre la calidad del agua, y en
segundo lugar, se pone en conocimiento público que el agua “potable” contenía cianobacterias identificadas en las muestras.
Esto último no es un asunto menor ya que de los análisis realizados se detalla
que los muestreos tomados en los barrios capitalinos del Cerrito de la
Victoria, Colón y el Cerro, contenían
altas cantidades de cianobacterias que producen toxinas y que son altamente perjudiciales
para la salud.
En nuestro país, el agua está consagrada en nuestra
Constitución como un derecho humano fundamental. Esto ha sido posible gracias a
que en el año 2004, más del 64 % de la población uruguaya se pronunció a favor
de una reforma constitucional, posicionando a Uruguay como el primer país en el
mundo en declarar como derecho humano el acceso al agua y al saneamiento.
El
Acuífero Guaraní amenazado.
A todo lo anterior referido, en relación a los recursos naturales,
tenemos que sumarle que nuestro país posee parte de uno de los reservorios de
agua dulce más grande del planeta. El Acuífero Guaraní es un cuerpo continuo de
agua subterránea con características que varían por región y un espesor
promedio de 250 metros, con una variación de entre 50 a 600 metros y una
profundidad que llega a más de 1.000 metros en algunos lugares, como es el caso
de la zona basáltica de nuestro país. El área total está estimada en 1.087.879
kilómetros cuadrados, con un volumen de agua dulce en almacenamiento de
aproximadamente 30.000 kilómetros cúbicos. ¿Podemos imaginar tal volumen? Es
como un océano confinado bajo nuestro subsuelo.
El agua subterránea del Acuífero Guaraní, que en nuestro
país abarca unos 45.000 km2,
se usa principalmente para consumo humano, el riego agrícola, termalismo,
frigoríficos, industrias y ganadería. Los estudios realizados arrojan datos que
indican que la calidad del agua es buena y que tiene bajos niveles de
mineralización.
Ahora bien, no obstante ello, existe el riesgo de
contaminación en la zona de recarga, principalmente en los lugares de
afloramiento del acuífero, así como la sobre explotación del recurso, por
ejemplo, a través de la actividad del termalismo. También las fallas en la construcción
de pozos, en especial si son de poca profundidad, pueden representar un riesgo.
El 80% del total se utiliza para el abastecimiento de
agua para consumo humano, el 15% para procesos industriales y el 5% en
termalismo. Asimismo, se entienden que otra vía potencial de contaminación es
la técnica de fractura hidráulica o
“fracking” que podría utilizarse para la extracción de hidrocarburos no
convencionales en la Cuenca norte de nuestro país.
El fracking es una técnica de explotación para la
extracción de hidrocarburos sumamente agresiva que causó estragos en EE.UU. y
otros países del mundo, siendo prohibida en muchos lugares, inclusive en
algunos Estados de Norteamérica. En Argentina se está realizando en la Cuenca
Neuquina y en concreto en la zona de Vaca Muerta, en la Patagonia; ahora se
quiere obtener hidrocarburos en Entre Ríos mediante esta técnica, poniendo en
peligro el agua, la economía regional (turismo y agricultura), los bienes
comunes y la vida.
Del
Uruguay natural al Uruguay petrolero
La empresa estatal Ancap, asociada a empresas
extranjeras, principalmente con corporaciones norteamericanas, francesas y
australianas, vinculadas al negocio de las exploraciones y explotaciones
petroleras, vienen intensificando la búsqueda de yacimientos de hidrocarburos
en la Cuenca norte de nuestro país. La búsqueda se centra, principalmente, en
las cuadrículas de Piedra Sola, que abarca una extensión territorial de unos
10.000 km2,
sobre la formación Tacuarembó, fracción de recarga del acuífero; también en la
zona de Salto.
No es nuevo este tipo de iniciativas ya que Ancap ha
estado desarrollando la búsqueda de petróleo en aguas territoriales y en tierra
(Offshore y Onshore, que les encanta decir a los tecnócratas), desde los años
1950, sin que hasta el momento hayan tenido éxito en ello.
Pepe Núñez se perfilaba como la Pensilvania de nuestro
pago oriental, pero la “fiebre del petróleo” duro muy poco, la nada mismo. De
pronto levantaron bártulos y nunca más se supo de los resultados.
En un reciente Taller temático, organizado por la Comisión Tacuarembó por la Vida y el Agua,
la Dra. en Ciencias, Licenciada Graciela
Piñeiro, nos indicaba que de acuerdo a sus estudios, Ancap no ha aportado
datos científicamente comprobables, para poder afirmar la existencia de gas y
petróleo de extracción convencional. Por el contrario, y siempre en base a los
datos científicos disponibles, el subsuelo de esta zona, que es de Formación
Mangrullo (areniscas), conformación geológica que sí podría albergar reservas
de gas o petróleo esquisto, cuya forma de extracción es mediante fracking.
Pues bien, ante estas consideraciones acotadas, podemos
resumir que el desarrollo en nuestro país ha ido contra puesto al medio ambiente,
incidiendo principalmente y negativamente en los cauces de agua.
Ante ello, es
necesario estar informados como ciudadanos frente al silencio de los medios
hegemónicos y la complicidad de algunas universidades.
Las comunidades empoderadas, debemos de situarnos junto al
bien común y contrarios a intereses depredadores. Debemos de incidir
activamente en el desarrollo de políticas ambientales eficaces y velar por su cumplimiento.
Apostando por un modelo de desarrollo
basado en la producción y consumo de alimentos e industrias derivadas que
generen trabajo estable y genuinamente uruguayo, en equilibrio con la
naturaleza. En contraposición a los monocultivos de gran escala y los
transgénicos con sus paquetes tecnológicos, que todo lo mercantilizan y
maquinizan, contaminando con agroquímicos y destruyendo la biodiversidad.
Fuente: La Otra Voz de Tacuarembó, N°99 - Año 2,
5-11/6/15.
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